El día 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora y con luna llena, iniciamos nuestro viaje solidario a Senegal con diez mujeres (de ellas dos, voluntarias de Construye Mundo).
Volvimos el 21 de Marzo, con el inicio de la primavera y estrenando luna nueva.
En estos días, visitamos ciudades más grandes (Dakar, Mbour, Saint-Louis, Thiès) y poblados muy pequeños. Estos últimos en zonas rurales muy pobres de la parte norte (Podor)
Nada más llegar (eran las 22.30 hora local) se detecta que estás en un país y una cultura totalmente diferente a la nuestra. Nos recogieron Ambrosio (nuestro guía) y Moor (Conductor)
Desde el aeropuerto hasta el hotel donde dormimos esa noche había un trayecto de unos 50 kms. Hay tramos de carretera asfaltados y otros que son casi caminos. Desde el microbús veíamos las tiendas aún abiertas a esa hora. También encontramos gente trabajando a lo largo del camino en diferentes tareas, por ejemplo en la construcción de alguna casa.
Llegamos al hotel en Lago Rosa (aquí finalizaba hace unos años el rally París-Dakar). Nos estaban esperando algunas viandas antes de irnos a dormir esa primera noche.
A la mañana siguiente iniciamos nuestra ruta, dando un paseo en 4×4 por las dunas y hasta la playa. Los rayos del sol se reflejaban en el agua con toda su intensidad.
Desde ese primer día hemos visitado poblados, mercados y playas. Hemos disfrutado preciosas puestas de sol. Hemos asistido en diferentes puertos, al regreso de los pescadores al atardecer, con la pesca de ese día, para después las mujeres exponerlo y venderlo. Esto es un espectáculo que nunca olvidaré, especialmente en el Puerto de pescadores de Mbour.
Hemos visitado y dormido en haimas en el desierto, gozando de una espectacular puesta de sol y un cielo repleto de estrellas en la noche. Hemos degustado una exquisita cena senegalesa y la posterior fiesta de bailes y tambores que en el silencio del desierto penetra hasta lo más profundo de tu ser.
En Thiès, coincidimos con la fiesta de la mujer. Tenían una asamblea en la plaza al aire libre. Ellas iban engalanadas con la vistosidad de sus telas que resalta la belleza y elegancia natural de la mujer senegalesa.
Hemos visitado baobabs milenarios (árbol tropical de tronco muy ancho y que pueden alcanzar mucha altura) De este árbol se aprovecha todo, aparte de aportar sombra
Visitamos el delta de Sine-Saloum, un sitio especialmente tranquilo y acogedor para pasar unos días, aunque solo dormimos una noche pues aún teníamos parte del programa pendiente.
El programa del viaje, se ha realizado al 100% con algún añadido que ha surgido sobre la marcha. Ambrosio (nuestro guía) siempre pendiente de aprovechar el tiempo y mostrarnos lo más posible de su país, al que ama.
Independientemente de la “parte turística” del viaje, la parte de “visita y seguimiento de los proyectos” merece un post aparte. El recibimiento de las gentes y especialmente de las mujeres, explicándonos y mostrándonos la evolución del proyecto en concreto. El percibir de primera mano cómo con poco para nosotros, ellos hacen mucho. Y como las “semillas” plantadas están dando sus frutos.
Sería interminable nombrar todo lo que hemos hecho, lo vivido y sentido. De todas formas voy a recoger algunos aspectos que me han impresionado y llamado especialmente la atención.
-La alegría de los niños y de la gente de allí. Su sonrisa. Su carácter abierto y amable, la famosa “Teranga”
-La aridez de los campos y la falta de agua.
-Los puertos de pescadores donde la vida fluye intensamente cada día.
-Las visitas a los orfanatos. Ver a esos bebes me llenó de ternura y amor.
– La isla de Gorée, en Dakar. Actualmente, es una isla preciosa. Ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco. Donde viven y exponen sus trabajos numerosos artistas. Sin embargo, aún permanece, “la casa de esclavos”. Durante 3 siglos fue el más importante mercado de esclavos. Era allí donde los llevaban y mantenían hasta que eran embarcados con destino a Europa, Brasil y EE.UU. Al entrar en el habitáculo donde los encerraban hasta su salida, sentí una profunda tristeza. Percibí en aquel lugar una energía densa y oscura. Entendí que lo que me llegaba era todo el sufrimiento allí padecido. Y necesité salir fuera.
– Enterarme de primera mano de la tragedia de la Inmigración y de cómo vienen desde el lugar en que parten a un “mundo mejor”. A veces venden todo lo que tienen para venir hasta Europa para luego, quizá ser devueltos a sus lugares de origen.
– Los niños Talibés, cuyos padres no tienen recursos para mantener a todos sus hijos y los envían a las escuelas coránicas. Los directores de esas escuelas, los ponen a mendigar en la calle para ganarse el sustento. Van hambrientos y cubiertos de suciedad.
– Las preciosas puestas de sol.
– Y lo que más me ha llenado el corazón ha sido precisamente, la visita a los proyectos en los poblados rurales y pobres. Hablar con las mujeres, bailar con ellas, percibir su espíritu de lucha. Estar con los niños y ver sus caras cuando les entregamos los balones que llevamos e inmediatamente ponerse a jugar con ellos.
“No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita” frase hecha, que en los lugares visitados alcanza todo su valor.
Gracias a Construye Mundo (que lo ha hecho posible) a Ambrosio, Moor y a las viajeras. Hemos compartido este viaje como una familia y para mí, ha supuesto, además de una experiencia de vida, un viaje interior y una gran apertura de corazón.
