Sobre los viajes solidarios: Icíar González

Viajar a Senegal… Un Viaje a la Hospitalidad!

Es mi quinto viaje a Senegal como voluntaria de Construye Mundo y sin embargo no tengo la impresión de ir de viaje sino de volver a casa.

Escribo estas líneas al final de un viaje a punto de terminar, pero a la vez, esperando que sea el comienzo de viaje de muchos de vosotros. Tenéis que venir a Senegal!! Vais a disfrutar, impresionaros y conocer un montón de curiosidades porque este país es un abanico de propuestas y oportunidades únicas.

El viaje que os proponemos son 10 días donde podréis disfrutar unas increíbles vacaciones, conocer los proyectos de Construye Mundo, conocer las gentes del país, su cultura, su historia, su arte y, lo mejor, su sabrosa comida!!

Este viaje resulta de lo más completo, tanto podría disfrutarlo un apasionado de la Naturaleza, como un aventurero, como un artista o incluso un niño… bueno, para éste último sería algo inolvidable desde luego! El Parque Nacional de Dioudj nos deleita con sus miles de aves, el hotel Ocean & Savane nos encandila con su enclave, el Desierto de Loumpol nos envuelve de dunas y nos ilumina con sus miles de estrellas por la noche y la isla de Marlodj nos acoge entre palmeras, manglares y el cariño de sus habitantes.

Nada más bajar del avión, sentiréis el calor… mmm… buen tiempo garantizado los diez días! Tirantes, chanclas y gorra es todo el equipaje que vais a necesitar… Además no hace falta adaptarse a ningún horario porque sólo es una hora menos que en España, así estupendo para el cuerpo. Senegal además goza de una gran estabilidad y tolerancia entre todas sus etnias y las distintas comunidades religiosas. Animistas, cristianos, musulmanes y un gran etcétera, todos conviven de forma agradable y respetuosa.

La primera parada de nuestro viaje es ir a conocer nuestro proyecto de Acuicultura en Gniling Mbao, en la región de San Luís; un proyecto en el que hemos puesto mucho cariño y esfuerzo y que está ayudando a mejorar la seguridad alimentaria de muchas familias. Os van a acoger de forma muy espontánea. Ellos son así de naturales y simpáticos, les encanta!! Los niños son tímidos al principio, pero luego no paran de jugar y hacer muecas… Son muy pillos!! Y te hacen sentir tan bien… te hacen sentir en casa! Y tras el día llega la noche, la brisa y la música. La isla de San Luís es la capital del Arte: pintura, escultura y música decoran la noche, alumbrada por una luz ámbar que inunda de calidez todos los paseos. Es posible encontrar algún concierto espontáneo en la calle o en alguna casa cultural de la isla, lo que no desmerece un buen baile por supuesto.

La segunda parada es Podor, la zona más árida de Senegal, la más desfavorecida en recursos pero la más bailona!! Las comunidades aquí son acogedoras, agradables, tranquilas. A pesar de la escasez en la que viven inmersos, siempre llevan la sonrisa puesta. En estos pueblos visitamos también proyectos que las comunidades realizan gracias al apoyo de Construye Mundo, son actividades de cría de ganado, huertos comunitarios, algún dispensario sanitario o pequeñas actividades individuales que las mujeres llevan a cabo como son talleres de costura o pequeños comercios. Todas las gentes realizan más de una actividad para mantener a sus familias, realmente están muy atareados, pero el día que nosotros les vamos a visitar nos reciben con las manos abiertas, con sus mejores vestidos coloridos y tambores artesanos. Nos muestran sus poblados, sus negocios y su gastronomía, riquísima!! Las comidas son un momento relajado donde se profundiza la relación entre todos, hay preguntas, bromas y… siesta!

Tras esta sequedad que se nota en la piel, nos vamos al Delta del Sine Saloum, los bolongs y los manglares decoran el paisaje y las puestas de sol son el final de unos días llenos de islas, conchas y pescadito. 

En el camino de vuelta a Dakar nos encontramos con una Baobab milenario… nada más y nada menos que 8.000 años y  XXX cm de diámetro! También paseamos por la kilométrica playa de Toubab Diallao. Relax, arena blanca y un hotel de ensueño rodeado de buganvillas y agua salada para despedirnos del mar senegalés como se merece.

Y justo antes de volver a España, visitamos la isla de Gorée, un repaso a la historia para refrescar en nuestras memorias que no todo es como pareció ser, la esclavitud, la lucha por su erradicación y la victoria conseguida nos colman el corazón y un viaje que no olvidaremos jamás, es más, que querremos repetir con ganas y buen sabor de boca porque Senegal arropa, hechiza y cautiva con su teranga.

 

 

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