Al final, todos nuestros buenos deseos de contaros día a día nuestro viaje solidario a Senegal, no han podido ser.
La experiencia ha sido tan intensa, hemos vivido tan profundamente estos días, que ahora , vistos desde la distancia, nos parece increíble que hayan sido solo un par de semanas. Sentimos como si hubiéramos pasado allí meses.
Hemos necesitado tiempo para conseguir que las emociones nos bajen desde la garganta y poder asimilar y digerir todas esta vivencias. Volvemos con los ojos llenos de belleza, la cabeza llena de cosas por hacer y el corazón saturado de amor por esa tierra y esas gentes que nos han conmovido tanto.
Además, podemos decir que hemos hecho varios viajes a la vez. De una parte, el viaje a Senegal como destino turístico único, de otra, nuestro viaje solidario (sin duda la parte más intensa ) y aún otro más: el que ha supuesto la convivencia de estos días con un grupo de viajeras que nos hemos convertido en una familia durante este tiempo. Una familia en la que han formado una parte importante nuestro guía, Ambrosio y nuestro chofer, Mor. En todo momento nos hemos sentido cuidadas y arropadas por ambos, que han excedido con mucho su compromiso profesional, convirtiéndose en una parte más de nuestro grupo. Nos han demostrado que la famosa TERANGA SENEGALESA no es un mito, sino la verdadera forma de ser de la mayoría de los habitantes de esta tierra. Y empiezas a sentirlo nadas más bajarte del avión
Para los amantes de los animales, y particularmente de los pájaros, este viaje ofrece una atractivo más. No hacen falta grandes medios ni desplazamientos para observar una cantidad y variedad inusitada de aves, que tenía admiradas incluso a las viajeras menos entusiastas del mundo animal. Ya de buena mañana, antes de salir del hotel donde nos alojáramos, bellísimos mirlos metálicos nos daban los buenos días. Y luego, a lo largo del trayecto , podíamos observar gran cantidad de especies. Mención especial merecen la visita al Parque Nacional de la aves de Djoudj y a la reserva de Bandia. En el primero encontramos una cantidad increíble de pelícanos y también martines pescadores, flamencos, águilas pescadoras, cormoranes y hasta un varano. En Bandia vimos cebras, jirafas, búfalos, cocodrilos…Pero el momento estrella fue cuando pudimos ver muy de cerca un enorme rinoceronte.
Es difícil resumir en una extensión razonable esta experiencia. Solo disfrutar de una puesta de sol tras la silueta a contraluz de un baobab, o asistir al espectáculo de los pescadores volviendo a puerto en Nbour al caer la tarde podría merecer la pena el viaje. Pero ha habido mucho, muchísimo más.
La parte más importante, la solidaria, ha superado las expectativas de todas. Hemos podido constatar que con nuestro trabajo podemos de verdad transformar y mejorar la vida de muchas personas. Y es tremendamente gratificante. Ver que la ayuda llega y que contribuye a construir un mundo un poquito mejor , nos ha llegado muy muy hondo y nos ha dado fuerzas para seguir.
Los recibimientos de los grupos de mujeres en las aldeas de Guía, Ngaolé y Mboyo donde hemos visitado los proyectos han sido momentos inolvidables. No hace falta entender el idioma para sentir el calor, el agradecimiento y el poder de sus sonrisas, sus cantos y sus bailes. Nos han mostrado, por ejemplo, como con una sencilla máquina de descascarillar arroz, hacen el trabajo que antes les costaba mucho tiempo y esfuerzo, en unos pocos minutos. Cómo con la ayuda de CONSTRUYE MUNDO han adquirido las herramientas y la formación para optimizar sus cultivos y transformar los productos que obtienen para conservarlos todo el año o venderlos a otras aldeas. Esto es particularmente importante en un medio donde las condiciones climáticas son extremadamente duras: Durante buena parte del año hay una sequía extrema y durante la otra lluvias torrenciales, lo que provoca que muchas veces las familias en el medio rural pasen temporadas con gran escasez de alimentos.
Otro momento emocionante fue la visita a Kewr Simbara, donde CONSTRUYE MUNDO participó en un proyecto de microcréditos en el año 2015 y pudimos comprobar que el proyecto seguía vivo y funcionando, así como los beneficios que han obtenido muchos de los habitantes y la comunidad en general.
No obstante, hemos podido identificar que muchas necesidades siguen sin cubrir. Especialmente emotiva fue nuestra conversación con la comadrona del poblado, que nos enseñó el dispensario y no explicó los tremendos problemas que tienen, ya que en la época de lluvias se inunda y se quedan sin asistencia cinco aldeas. Precisamente, uno de nuestros objetivos era detectar necesidades para a la vuelta encontrar financiación.
Las mujeres de Guía y Ngaolé nos dijeron que sería un gran avance para ellas disponer de un molino para procesar el arroz y otros cereales que tratan con la descascarilladora. Hasta ahora, tienen que transportar los sacos de arroz hasta otra aldea para hacer la harina, lo que les supone gastos y tiempo. No podemos prometerles nada, pero sí les aseguramos que vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que puedan seguir avanzando. Ojalá lo consigamos.
Ver tanto por hacer, tantas cosas que para nosotros resultan insignificantes, como acceder al agua o tener electricidad no solo no nos ha desanimado, sino que nos ha dado muchas más ganas e ilusión de seguir trabajando para el desarrollo de esta mujeres y este país.
Nos ha sorprendido gratamente comprobar el grado de implicación y compromiso político de gran parte de la población. Senegal es uno de los países africanos que cuenta con más estabilidad política y económica, aunque no exento de divergencias y problemas, naturalmente. También es una sociedad con un músculo asociativo envidiable.
Otro momento que nos conmovió hasta las lágrimas fue la visita a la tristemente famosa Isla de Gorée, el punto desde donde partían los barcos con los esclavos cazados en África para venderlos en América. Mientras nos contaban las vejaciones a los que eran sometidos y las condiciones en que eran hacinados hasta su traslado, imaginábamos el sufrimiento atroz que habrán presenciado estas paredes. vimos el lugar desde donde muchas de las personas apresadas decidían suicidarse lanzándose al agua. Preferían la muerte al destino que les esperaba si conseguían sobrevivir a las condiciones en que los tenían y luego a la travesía. La belleza de la isla contrasta con su triste historia.
A veces ha sido algo duro, porque las distancias son grandes y las carreteras no tan buenas como sería deseable, pero ver pasar un paisaje con una belleza tan distinta a la que estamos acostumbrados hace que los desplazamientos sean menos penosos. Muchas veces hemos luchado contra la modorra para no perdernos nada del espectáculo vital que implica observa cualquier aldea de Senegal. Los baobabs salpican continuamente la visión desde las ventanillas de nuestra furgoneta. Aquí este árbol es algo más que un árbol; Todo se aprovecha de él: corteza, hojas, madera, y el pan de mono, su fruto, que es delicioso y que hemos probado en multitud de presentaciones. Aparte de su indudable utilidad práctica, tiene también un valor místico, incluso se utilizaban antiguamente como tumbas para los griots. Su silueta imponente nos acompañan por todo nuestro viaje. Los sentimos como una presencia ancestral, a la vez protectora y vigilante.
Ambrosio, nuestro guía, nos enseña orgulloso cuando pasamos por algún gran hospital. Vemos varios, y con muy buena pinta, pero lo cierto es que en el camino vemos más mezquitas que hospitales. Una de las cosas que más nos ha estremecido son los niños talibe. Preguntamos a Ambrosio porqué había tantos niños en la calle que iban con un cubo y nos explicó que eran niños huérfanos o que sus padres no podían mantenerlos y eran acogidos por un Imán en una escuela coránica donde les daban techo, pero no comida. Y el cubo es para pedir alimentos. Nos pareció una historia terrible, más cercana a la mendicidad infantil que a otra cosa.
Si en algo coincidimos todas las viajeras, es en que en esta aventura hemos podido sentir la explosión de la vida en su máxima potencia. La intensidad vital que se respira en una visita al puerto de St. Louis o al de Mbour, difícilmente te deja indiferente. Al ver los cayucos de vuelta de un día de pesca es inevitable pensar en el contraste con la estela de muerte que dejan estas mismas embarcaciones cuando en la noche, clandestinas, parten hacia Canarias llenas de jóvenes que intentan buscar un futuro mejor. Barça o barzakh (muerte en wolof), dicen. Macabro eslogan.
Nos admira continuamente la elegancia de las mujeres. Más que su belleza, que es incuestionable, es su porte, esa forma de andar erguidas y orgullosas, como si estuvieran dispuestas a desafiar todo lo que les venga. No podemos dejar de admirar los colores de sus vestidos, que parecen desprender la alegría y la vida que aquí, a pesar de todo, parecen conservar mejor que en nuestra envejecida Europa.
Tres cumpleaños, tres, hemos celebrado esto días: Nuestra viajera solidaria Isa y Pilar , la vicepresidenta de CONSTUYE MUNDO y Ambrosio, nuestro guía. Y otra gran sorpresa del viaje fue encontrarnos en Mbour con el viaje de seguimiento
Muchas emociones, recuerdos, vivencias. Y muy intensas. cuando llega el momento de partir, por una parte ganas de volver a ver a la familia , a los amigos. Por otra, nos cuesta separarnos de esta familia viajera con quien hemos compartido tanto y tan bueno
Nuestro avión de vuelta llega de madrugada. Quizás es el cansancio del viaje o la acumulación de emociones vividas, pero todo nos parece como descolorido, sin vida. Viendo las caras de los primeros madrugadores en un Madrid frío y nublado, sentimos más el contraste entre sus rostros y los que hemos dejado atrás. Y cuando hemos vuelto a retomar nuestras rutinas, disfrutar de pequeños placeres cotidianos que antes no apreciábamos adquiere otro sentido. En general, ahora, en la distancia, todo en nuestras vidas tiene otro sentido.